THE MEYEROWITZ - COLUMNA DE CINE
En estos días de reclusión y convivencia obligada, muchos habrán tenido tenido que pasar
más tiempo con sus familias y supongo que ya todos lo sabrán, las familias son complicadas. Por
eso las siguientes reseñas van a estar dedicadas a esas familias disfuncionales de las que todos
formamos parte. Los Meyerowitz es una familia particularmente complicada pero al mismo tiempo
creo que en esta película se logra un retrato bastante más cercano a lo que son las relaciones
familiares en la vida real.
La familia de esta película está compuesta por Harold, un profesor de escultura retirado,
padre de Jean, Danny y Matthew. Harold tuvo cuatro esposas, su actual esposa es Maureen, una
mujer alcohólica más joven que él (tiene la misma edad que sus hijos) con quien no tuvo hijos y
que constantemente lo abandona para irse de viaje. Danny es el hermano mayor, el que “no tuvo
éxito”, actualmente está desempleado y su hija lo deja para ir a la universidad; ahora Danny lo
único que hace es pasar el tiempo con su padre. Matthew es el hermano exitoso, quien se mudó
lo más lejos posible de su padre y nunca va a verlo, es el único al que Harold muestra algo de
aprecio. Y Jean es la hija, quien nunca realmente recibió atención de su padre y sin embargo
sigue estando presente para él para cuando la necesite.
Principalmente esta es una película sobre “el padre”, de hecho, así lo nombra el personaje
de Emma Thompson (Maureen) dentro del film: el papá. Es la figura paterna lo que está presente
constantemente como hilo conductor, los hijos de Harold están marcados (como todo el mundo,
pero esta película hace un foco especial sobre el tema) a fuego por cómo se relacionó su padre
con ellos y tienen que lidiar con eso durante su vida adulta.
Todas las familias guardan un gran secreto y “The Meyerowitz” no es la excepción. Harold
fue un padre distinto para cada uno de sus tres hijos. El guión de la película está estructurado de
forma tal que seguimos de cerca a cada uno de ellos y se va mostrando el caos en los integrantes
de esta familia que quieren que las cosas salgan bien pero finalmente hacen “lo que pueden”.
Todos estamos formados por esos vínculos con personas a las que no elegimos y sin embargo
siempre van a formar parte de nosotros. No importa cuánto se aleje, Matthew nunca va a poder
separarse de su padre; no importa cuánto se esfuercen Danny y Jean, nunca van a recibir el
afecto que necesitan de Harold. No importa que no se hablen, Danny, Jean y Matthew siempre
van a ser hermanos. Los vínculos familiares difícilmente se corten, por eso no nos queda la opción
que lidiar con ellos como podamos.
La clave está en los diálogos. Cuando uno ve una película, las líneas de diálogo tienen que
decirse de manera que parezca una conversación real, que hagan avanzar la trama y que reflejen
el tema de la película. Pero en la vida real las personas no hablan de forma ordenada, no van
directo al punto y no se dicen exactamente lo que sienten. En la vida real las charlas se pisan,
hablamos de trivialidades los unos sobre los otros sólo para reforzar nuestras propias ideas. Noah
Baumbach no evita esto, los diálogos que parecen desordenados e inconexos son como una
coreografía hermosa de dos personajes intentando y fracasando en comunicarse una y otra vez,
para así llegar de forma perfecta a los puntos de quiebre de cada charla. Lo vemos en el almuerzo
que Harold tiene con Matthew, hablan de cosas distintas y no se escuchan, están como intentando
impresionar al otro pero lo único que logran es más incomunicación. Es que de eso se trata la
película, de impresionar al padre, de ser visible para “el papá” que es el artista increíble pero poco
reconocido, hasta que Danny llega a una de las mejores reflexiones: “quizás no sea tan bueno” .
Este padre parece decepcionar a sus hijos constantemente, con la falta de atención, la
incomunicación y el ego desmedido por sí mismo. Es que para Harold solo existen las
apariencias, por eso todos sus ex alumnos hablan maravillas de él y realmente este parece su
único logro. No puede ver que sus nietos son hermosos y mucho menos los logros de sus hijos,
porque para él lo único de valor en la familia es él mismo. Igualmente el tema está tan bien
tratado, sin ningún juicio de valor, que uno no logra sentir rechazo por Harold hasta bien avanzado
el film cuando nos enteramos de cómo invisibilizó a Jean y Danny.
Las actuaciones son geniales (lo que me generó interés para sentarme a ver esta película
por primera vez fue como se las iban a ingeniar Adam Sandler y Ben Stiller para interpretar este
tipo de personajes que se salen de su lugar común) tan respetuosas con una historia familiar
como esta.
La película está repleta de diálogos sin embargo lo más importante es precisamente todo
lo que no se dice. Todo lo que no se dijo en su momento y se tapó. La gran confesión de Jean es
el máximo ejemplo de esto. Muchas escenas de esta película cortarán a sus personajes antes de
que terminen de decir su línea impidiendo que terminen de expresar lo que sienten. A diferencia
de muchos films de este tipo, esta no es la historia de un padre buscando redención ante sus
hijos. Esta es la historia de unos hijos que no pueden comunicarse con su padre ni entre ellos. El
gran desafío de los hermanos será poder decir abiertamente lo que sienten. Porque aunque no lo
parezca, tal vez lo más difícil que un hijo tenga que hacer en su vida es poder decirle su padre:
Te quiero.
Te perdono.
Perdón.
Gracias.
Adiós.
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